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En su condición de socios (copropietarios), los accionistas corren mayores riesgos que los inversores que prestan dinero a la sociedad adquiriendo bonos. El accionista asume el riesgo derivado de la actividad empresarial, hasta el límite de la inversión realizada.
Si la empresa tiene un buen desempeño y unas perspectivas favorables, las acciones aumentan su valor. Por el contrario, cuando se esperan dificultades en la compañía o en el entorno económico, el valor de la acción tiende a caer.
En general, las acciones se consideran valores de riesgo elevado, porque su comportamiento es imprevisible. Sin embargo, el nivel de riesgo varía según la solvencia de cada emisor. Las empresas más sólidas y con mejor historial financiero suelen tener menos riesgo que otras con una evolución más incierta.