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Los productos derivados, sin excepción, tienen un riesgo muy elevado. Por ese motivo, sólo se recomiendan a inversores con elevada capacidad financiera para asumir grandes pérdidas, y con suficiente experiencia para vigilar de manera constante la evolución de los mercados.
Conviene destacar que, en el caso de los productos derivados, las pérdidas pueden superar incluso la inversión inicialmente realizada.